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in Revista de Psicología
Pensar a los niños: análisis crítico sobre las nociones de niñez en producciones chilenas
Resumen:
Este artículo presenta la información producida a partir del análisis de fuente secundaria, fundamentalmente, de 69 artículos científicos provenientes de las bases de datos Scielo-Chile y Scopus, donde se pretende identificar qué y cómo se ha investigado sobre niñez en Chile, en el período comprendido entre los años 2005 y 2019. El ejercicio propuesto busca identificar y caracterizar las nociones que están detrás de los modos de conceptualizar a los niños. El corpus seleccionado fue sometido a un análisis de contenido categorial temático, del cual emergen categorías centrales como noción del sujeto/objeto, implicancias para la intervención social y metodologías utilizadas. Se concluye que coexisten miradas sobre la niñez que van desde ubicar al niño como objeto de protección, estudio y cuidado, hasta considerarlo sujeto de derechos.
Introducción
El presente artículo reúne los principales resultados que surgen luego de analizar 69 artículos científicos, que constituyen una muestra sobre la producción de investigaciones que componen un panorama local de la niñez y que nos permiten identificar qué se investiga y cómo, considerando las producciones existentes desde los años 2000 en adelante.
El contexto chileno cuenta con ciertos hitos importantes en materia de infancia que es relevante destacar. En el año 1990 Chile ratifica la Convención de los Derechos del Niño (CDN), en medio de una democracia naciente, que instaló un clima político promotor de cambios, construyendo condiciones para que el niño sea visto como sujeto de derechos (Chávez & Vergara, 2017), lo que empuja a algunos actores a emprender un fuerte proceso de reflexión respecto a las formas en que la niñez y la adolescencia son comprendidas, y las nuevas implicancias que esto trae para el diseño e implementación de políticas públicas ( Valverde Mosquera, 2008 ).
A pesar los nuevos enfoques que se instalan discursivamente desde 1990 en adelante, la doctrina de situación irregular domina el sistema hasta el año 2004, cuando entra en vigencia la Ley 19.968 que crea Tribunales de Familia, introduciendo modificaciones que incorporaron una mirada desde la protección integral. Lo mismo para el caso de la Ley 20.084 que instaura el nuevo sistema de justicia juvenil. Años más tarde, durante 2015, se presentaron dos proyectos de ley: uno que crea la Subsecretaría de la Niñez y otro que establece el Sistema de Garantías de los Derechos de la Niñez. Ambos proyectos ya se convirtieron en ley, el primero en el año 2018 y el segundo, luego de casi seis años de tramitación en el Congreso, el año 2021 logra aprobación de parte de ambas cámaras, sin embargo, el poder ejecutivo anunció el uso de su facultad de veto, por estimar que el principio de autonomía progresiva contenido en la ley quedó desbalanceado respecto al derecho y deber preferente de los padres a educar a sus hijos. Esta situación ha generado múltiples críticas de parte de distintos actores y da cuenta de las resistencias institucionales ante las transformaciones sociales y culturales en curso para la niñez en el país.
Como vemos, la niñez en Chile, y en toda América Latina, presenta giros de distinto tipo que, en ocasiones, no se articula con la producción de conocimiento que se despliega en contextos científicos y académicos. Lo cierto es que se han venido desarrollando variadas investigaciones que reúnen tradiciones epistemológicas, metodológicas y teóricas, no siempre coincidentes, donde coexisten visiones de la niñez muy heterogéneas que interesa observar y problematizar ( Llobet, 2019 ).
Es así como este artículo se propone construir un mapa de la producción científica sobre la niñez existente en Chile en un período de tiempo determinado, permitiendo caracterizar las nociones en la base de la conformación del escenario local, ubicando posiciones y distancias y estableciendo cuáles son las visiones sobre la niñez, y cómo son producidas. Este campo ya cuenta con interesantes investigaciones que operan como un antecedente para el ejercicio que ahora proponemos (Calquín-Donoso, Guerra-Arrau, Vásquez-Vásquez, & Yáñez-Urbina, 2020; Castillo, 2015 ), aunque acá, el énfasis es más descriptivo que analítico.
Interesa, entonces, situar una primera mirada sobre cómo se ha asentado el entramado técnico-científico que podría sostener las intervenciones que se despliegan sobre la infancia intervenida por el Estado. Este es precisamente el foco de una investigación más amplia, que corresponde a una tesis doctoral, que contiene el estudio que se presenta, y que buscó analizar el caso chileno, que enfrenta una de las peores crisis de las últimas décadas, expresada en un profundo cuestionamiento al sistema de protección vigente, en todas sus modalidades. De este modo, la tesis doctoral, desde la que se desprenden estos resultados, se propuso identificar los conocimientos técnico-científicos y el discurso experto que se encuentra en la base de la política pública de protección de la niñez y que son utilizados para conceptualizar e intervenir a niños, niñas y adolescentes (en adelante NNA). Una fuente relevante desde la que se nutre el discurso experto es la investigación científica, por lo que el análisis de publicaciones nacionales resultó ser un paso necesario para identificar ciertas nociones, que, dado el contexto de la investigación matriz, tendrá especial interés en lo referido a lo que se ha conocido como “infancia anormal” (Foucault, 2001, 2005).
El discurso experto que importa analizar en este contexto es aquel que resulta legítimo por ser referencia para las prácticas que se producen en niñez, y que cuenta con una intencionalidad que ayuda a reproducir el statu quo (Batthyány, Genta, & Perrota, 2013). En este sentido, se trata de discursos que se representan como un cuerpo coherente de conocimientos teóricos y de reglas prácticas que se expresa en textos organizados alrededor de temas fundamentales, articulados entre sí, y que tienen como elemento base el hecho de estar fundamentados en principios científicos ( Rojas-Novoa, 2019 ). Los expertos, entonces, son los actores centrales de la sociedad del conocimiento, a quienes se supone una posición de saber y de saber-hacer, y se ven confrontados a la experiencia de construir y resolver problemas sociales. Los distintos dispositivos que ellos constituyen configuran las formas de legitimidad de intervención en el campo de la niñez, al mismo tiempo que abastecen de las herramientas para su implementación a partir del diseño de diversos ideales, valores y saberes ( Rojas-Novoa, 2021 ).
Desde esta perspectiva, el conocimiento científico se redefine como algo muy alejado de la objetividad empírica, para convertirse en una herramienta de control social y justificación de medidas políticas a través de las estadísticas oficiales y documentos como memorias anuales e informes de comités de expertos, configurando un nuevo campo de poder donde expertos y asesores jugarían un papel central en las posibilidades del cambio social mediante la definición de diagnósticos, la construcción de problemas sociales y la generación de posibles soluciones ( Márquez, 2010 ).
Actualmente, los expertos han impactado fuertemente los modos en que se comprende y se interviene sobre los cuidados infantiles. De acuerdo con Llobet (2010), la psicología ha tenido un rol importante en la comprensión e intervención de los problemas que afectan a la niñez, lo que se relaciona con el hecho de que la mayoría de los profesionales que trabajan en instituciones asistenciales o penales provienen del ámbito psi, pero, además, quienes no provienen de dicho ámbito también utilizan las creencias y nociones psi para comprender a la infancia intervenida por el Estado.
La niñez como campo de conocimiento
Que la niñez sea considerada como una preocupación social ineludible para cualquier sociedad contemporánea constituye una conquista histórica ( Ariès, 1986 ) que requiere ser pensada a la luz de distintas contribuciones. Analizar lo infantil implica revisar las transformaciones históricas y culturales que se han desplegado en la vida social y analizar también los regímenes de autoridad que articulan el orden social (Chávez & Vergara, 2017), pudiendo ser entendida como un campo histórico y sociocultural conformado por discursos y prácticas, atravesado de pugnas sociales, políticas y conceptuales (Bustelo, 2007; Qvortrup, 2001 ). También es una institución que se configura con base en la sedimentación de significados y procesos materiales como las relaciones de poder, corporalidad, temporalidad, espacialidad, en torno a los niños y niñas (James & James, 2004), que presenta una dimensión pública que se traduce en lógicas y prácticas científicas y presencia en medios de comunicación, en discursos políticos, en legislación y en las políticas públicas, además de una dimensión más privada y cotidiana expresada en las relaciones cara a cara desplegadas al interior de la familia, en las relaciones entre pares, en la conformación de identidades infantiles y en otros espacios del mundo de la vida (Vergara, Chávez, Peña, & Vergara, 2015).
Durante décadas, la disciplina de la psicología comprendió la niñez a partir de nociones desarrollistas y biologizantes, desde las cuales los NNA son analizados y clasificados de acuerdo con distintos saberes, pero se les niega el carácter de actores (Burman, 1998; Qvortrup, 1992 ). Junto a los saberes psicológicos, la visión socio-psicopedagógica ubica a la niñez en el contexto de la relación social maestro-alumno, de la formación áulica y el ámbito pedagógico reducido a la escuela, extirpando toda posibilidad de actoría social y política para pensar a los/as niños/as ( Bustelo, 2012 ). Al mismo tiempo, la psicología de la infancia ha contribuido a perpetuar la naturalización de la relación madre-hijo, promoviendo ideas como el apego, que aún perduran, a pesar de las críticas provenientes del feminismo (Calquín-Donoso et al., 2020 ; Castillo, 2015 ). Junto con ello, se advierte un importante influjo del contexto que ha visto en ciertos saberes, donde destaca la infancia, una fuente importante de autoridad científica para justificar el funcionamiento neoliberal, y argumentar a favor de la gestión empresarial del sí mismo, que localiza en el individuo la adecuada corrección del déficit ( Castillo, 2015 ; Rose, 2019).
Conceptualizar la niñez es, sobre todo, imaginar un lugar posible para los/as niños/as, dentro de un marco social del que son parte y a partir del cual se los trata y valora. La construcción de niñez que está detrás de un modo de investigar no sólo está compuesta por reglas y procedimientos, sino que, fundamentalmente, por formas de “imaginar la realidad” que dotan de significados a las prácticas, saberes y dispositivos (Villalta & Llobet, 2015). De este modo, interrogar la producción científica nacional en el campo de la niñez busca navegar en esa imaginación y reflexionar en torno a cómo los saberes y conocimientos construyen a los NNA.
Método
Se opta por un enfoque cualitativo, dado que este asume que existen realidades diversas y complejas que, al igual que el conocimiento, se transforman y construyen dinámicamente en relación con las lógicas contextuales y la interpretación que dan los propios actores desde los lugares de saber y poder en que se encuentran (Sandoval, 2002).
Este ejercicio busca analizar un segmento de la producción científica nacional que es llevada a cabo por diversos investigadores, y que componen un campo heterogéneo y diverso. En este sentido, se busca realizar una aproximación al trabajo académico e intelectual de determinados “expertos” o “especialistas”, que producen un conocimiento atravesado por múltiples dimensiones, como la económica, social, política, cultural, étnica o geográfica, que reflejan preocupaciones, reacciones, posibilidades y/o alternativas de respuesta relacionadas con la infancia.
Este estudio en particular analiza la producción nacional a través de una selección de publicaciones científicas (el listado en extenso se encuentra al final del artículo), provenientes de las bases de datos Scielo-Chile y Scopus, donde se incluyeron artículos en castellano e inglés, que permiten desplegar una panorámica, que, aunque no exhaustiva, intenta ilustrar cómo se investiga y comprende la niñez en el país, observando espacios formalizados de circulación de conocimiento con una amplia autoridad científica. La muestra total está compuesta de 69 artículos que se publicaron entre los años 2005 y 2019. Los criterios de inclusión fueron: artículos publicados en Scielo-Chile y en Scopus, cuyo trabajo de campo se implementó en Chile, de producciones pertenecientes a las ciencias sociales (donde se incluyen disciplinas como: psicología, sociología, trabajo social, antropología, derecho y educación), y donde las palabras claves y/o el título incluyera alguno de los siguientes términos: niñez, infancia, situación irregular, riesgo social, vulnerabilidad social, institucionalización, internación, e infancia temprana. Los criterios de exclusión fueron: trabajos en el campo de la niñez de investigadores chilenos, pero realizados en el extranjero, y artículos pertenecientes a disciplinas como la neurología, la pediatría o la psiquiatría.
Como instrumento de recolección de datos se usó una hoja de registro (planilla Excel) que contenía los siguientes ítems: año de publicación, título de revista, disciplina, campo de investigación, naturaleza de la investigación (reporte empírico, discusión teórica, estandarización instrumento, etc.), noción de sujeto/objeto, implicancias para la intervención social (vínculo con diseño y/o ejecución de políticas públicas), fuentes de financiamiento y metodologías utilizadas. Estos mismos ítems proporcionaron parte de la información que permitió desarrollar una primera caracterización de la muestra, en términos descriptivos. Luego, en un segundo momento, se realizó una lectura minuciosa de cada uno de los artículos, discriminando elementos que permitieran nutrir los ítems que constituyeron las categorías predefinidas con las que se realizó el análisis posterior.
Se aplicó un filtro temporal para comenzar el análisis por los artículos más antiguos, avanzando luego en orden cronológico y estableciendo una relación permanente entre los elementos contextuales y el discurso contenido en las publicaciones, aludiendo a lo que Peña (2019), siguiendo a Burman, denomina como “intertextualidad”. Esta se relaciona con la comprensión de un texto que si bien parece cerrado sobre sí mismo no lo está, pues el contexto va a incidir en las formas de interpretación que los actores, en este caso, los investigadores y tomadores de decisiones del campo de la infancia, hacen de los textos.
Se utilizó el análisis de contenido, pues permite formular, a partir de ciertos datos, inferencias reproducibles y válidas que puedan aplicarse a su contexto, entendiendo a este como un marco de referencias donde se despliegan mensajes y significados (Krippendorff, 1990). Particularmente, se recurrió al análisis de contenido categorial temático, donde se parte de una revisión de datos textuales (artículos científicos), para luego ir descomponiendo el texto en unidades y agruparlas en categorías, siguiendo el criterio de analogías. De este modo, los datos brutos se transforman en datos útiles para el análisis, fragmentando el texto en unidades semánticas, que se agruparon por similitudes en cuanto a su significado (Vázquez, 1996). Es decir, al leer cada artículo se fue seleccionando el material para cada categoría, a partir de datos textuales (párrafos), que luego se pusieron en relación con el conjunto de datos provenientes del total de artículos científicos revisados. Finalmente, la lectura del conjunto de la información seleccionada para cada categoría permitió abstraer el sentido de los datos textuales, para articularlos en torno a significados que permiten dar cuenta de los contenidos de cada categoría y que surgen de las siguientes preguntas: ¿de qué modo se nombra a la niñez?, ¿cómo se hace referencia a ella?, ¿qué rasgos y características se le atribuyen?, ¿cómo se la estudia? y ¿cuáles son los usos del conocimiento que se producen?
Resultados
Se presentan los resultados organizados en tres categorías que destacan los elementos centrales del análisis realizado. Preliminarmente, se presentará una síntesis del panorama general y luego, cada una de las categorías predefinidas: noción de sujeto/objeto, implicancias para la intervención social y metodologías.
Si consideramos el orden cronológico aplicado al análisis, un primer elemento a destacar es la relación entre ciertos hitos relevantes en la historia contemporánea del país con la producción de conocimiento científico. La llegada de la democracia en el año 1990 generó otras condiciones para la producción académica, permitiendo que las universidades complejizaran su funcionamiento y fortalecieran la generación de conocimiento en nuevos campos de saber. En ese marco, las ciencias sociales ampliaron el espectro de producción de conocimiento, diversificando sus temas y abriéndose a nuevos problemas de investigación, desde abordajes interdisciplinares, que tienen como telón de fondo la democratización y modernización de la sociedad ( Garretón, 2005 ). Junto con ello, y en el mismo año, Chile ratificó la CDN, poniéndose al día con los compromisos que el mundo democrático estaba haciendo con la niñez, adhiriendo a un paradigma donde el niño es concebido como sujeto de derechos (Chávez & Vergara, 2017). Si bien estos nuevos discursos se instalaron en ciertos espacios del escenario público, el análisis de la producción científica seleccionada indica que no existe presencia visible y sistemática del enfoque de los derechos del niño sino hasta la década siguiente. Es decir, la ratificación de la CDN no se traduce en discursos expertos que comprendan a los/as niños/as como sujetos en el espacio académico; distinto es lo que ocurre en el ámbito de la sociedad civil, donde se desencadena un proceso de reflexión intensiva respecto a las formas en que la niñez y la adolescencia son comprendidas, y las nuevas implicancias que esto trae para el diseño e implementación de políticas públicas ( Valverde Mosquera, 2008 ).
Respecto a las categorías predefinidas, partiremos por la noción de sujeto/objeto, pues corresponde a la categoría central de este estudio en tanto allí se condensan los significados principales en torno la niñez que se encuentran alojados en la producción revisada.
Noción de sujeto/objeto
Esta categoría da cuenta de cómo el discurso experto construye al niño (de hecho, hay escasa presencia del sexo como eje de diferenciación), y está compuesta de cuatro grandes ejes, que se describen a continuación.
El niño como caso. En primer término, llama la atención la presencia de conceptualizaciones donde se trata al niño como un dato, describiéndolo a partir de un conjunto de sintomatología o de la presencia de factores de riesgo que dan cuenta de la niñez como problema social. Estos antecedentes provienen, fundamentalmente, de la psicología y se relacionan con lo que se conoce como discursos psi, que instalan parámetros de normalidad fundados en un saber experto difícil de cuestionar, con una fuerte influencia del discurso biomédico, que tuvo una amplia recepción en el campo de la psicología, ayudando a la clasificación psicopatológica a partir de la gestión de la subjetividad (Rose, 1999).
Se destaca que no hay sujeto ni discurso del niño, sino, más bien, datos que lo caracterizan desde una codificación experta. Las metodologías empleadas suelen recurrir al uso de escalas de medición cuantitativa, sin que el discurso del niño sea considerado como una fuente autorizada para el saber científico. Uno de los artículos revisados ilustra lo señalado:
los niños que han sido clasificados con apego inseguro se encuentran en mayor riesgo de desarrollar comportamientos desadaptados y psicopatología con posterioridad; se ha descrito que estos niños pueden presentar mayor riesgo de trastornos de la conducta alimentaria, trastorno oposicionista desafiante, agresividad en la edad escolar, problemas externalizantes, dificultades en el manejo de emociones negativas, mayores niveles de estrés, mayor riesgo de desarrollar trastornos ansiosos en la adolescencia y de síntomas disociativos tempranos… (Gómez, Muñoz, & Santelices, 2008; psicología).
Al tratar al niño como caso, se advierte que la evidencia reunida por el experto debe ajustarse a estándares de verdad que predisponen el uso de ciertas técnicas por sobre otras. Por ejemplo, en un estudio cuantitativo de estandarización de un cuestionario, los autores evitan el uso de técnicas discursivas, pues admiten problemas en tanto se trata de datos que hacen que la medición pierda precisión, concluyendo que “la evaluación de características de temperamento y carácter en niños no está exenta de dificultades. Con frecuencia se señala que los niños pequeños y escolares no tendrían la capacidad aún para responder acerca de características personales” (Quintana & Muñoz, 2010; psicología). Es decir, se asume que el reporte del niño no es del todo confiable para acceder a ciertos asuntos vinculados al carácter, que corresponde al constructo a medir. Por esta razón, el estudio resuelve ese problema, evaluando tanto a los adultos como a los niños, para luego correlacionar los puntajes y verificar si los reportes dados por los niños coinciden con el reporte de sus padres/madres.
El niño como universal. Relacionado con el caso, aparece la categoría del niño como universal, que corresponde a la construcción normativa del parámetro esperable para cualquier niño, independiente de dimensiones como la clase, el sexo, la etnia, entre otros. Se trata de una categoría emergente que surge al advertir una importante tendencia en la producción revisada (que, al igual que en la categoría anterior, cuenta con una fuerte presencia de la psicología) hacia concebir la niñez como exenta de contexto. Esta idea resulta coincidente con los planteamientos de Rose (1999), quien señala que los asuntos vinculados al desarrollo normal infantil se han construido sobre la base de actuaciones o habilidades habituales de niños de cierta edad ante tareas concretas. Esto es relevante, porque la forma en que se ha construido la normalización del desarrollo en psicología ha sido justamente con base en la anormalidad, en tanto, el proceso de estandarización de conductas estableció una dependencia recíproca entre lo normal y lo anormal (Burman, 1998). Al respecto, uno de los textos revisados señala lo siguiente:
Una vez que el niño ya ha adquirido el lenguaje verbal, los gestos simbólicos o representacionales evolucionan hacia los gestos icónicos … Estos aparecen aproximadamente a los 3 años de edad, cumplen una función afirmativa y acompañan al habla, en vez de sustituirla. Alrededor de los 3 años de edad hay una fuerte tendencia del niño a depender de una parte de su cuerpo para representar, por ejemplo, una herramienta (Farkas, 2007; psicología).
Se destaca, en este sentido, la tendencia a la predicción como un asunto importante en este tipo de discursos, donde los/as niños/as quedan situados como objetos de estudio que se amoldan a las técnicas científicas disponibles desde el mundo experto. Este interés por estudiarlos y, de algún modo, controlarlos (en cuanto a desarrollo y evolución), está estrechamente asociado a la intervención temprana y a la idea de momentos críticos en el desarrollo infantil que remiten a las neurociencias como influjo principal, que va desplazando otros discursos y consolidando una suerte de relato biologizado que permea el desarrollo de políticas y programas, debido a su objetividad y autoridad (Calquín & Guerra, 2018; Edwards, Gillies, & Horsley, 2015). Algunos textos revisados mencionan que mientras antes se estudie la vida infantil, mejor se podrán predecir tendencias futuras, confirmando un interés existente desde hace décadas, de que los procesos psicológicos de NNA puestos en clave psicopatológica pueden ayudar a esclarecer comportamientos adultos ( Castillo, 2015 ). La siguiente cita ilustra lo anterior:
estos resultados son de gran relevancia ya que se ha establecido que los niños que desarrollan un apego desorganizado tienen más probabilidades de desarrollar psicopatología a corto, mediano y largo plazo (Fresno & Spencer, 2011; psicología).
La presencia del discurso de las neurociencias ha impactado fuertemente en la construcción de evidencia sobre comportamiento infantil, produciendo explicaciones que se centran en la biología para comprender fenómenos sociales complejos. El interés por la genética es parte de este desplazamiento epistemológico; en uno de los artículos revisados, se usa como fundamento para explicar las conductas atribuidas a niños aymaras. De este modo, el foco queda puesto en los genes (como clave universal) y no en las condiciones de contexto particulares, que viven esos niños y niñas estudiados:
Otra causa del comportamiento de los niños de esta etnia [aymara] podría estar relacionada con la composición genética de la misma. En este contexto cabe mencionar que se han realizado numerosos estudios que indican la existencia de una asociación entre alelos de genes que determinan la morfología molecular de los receptores de dopamina y serotonina, como también del transportador (DAT) con puntajes altos en la Escala de Conners. Estos polimorfismos de genes relacionados con neurotransmisores han sido vinculados al TDHA en varias poblaciones (Rothhammer et al., 2005).
El niño como universal también se vincula con la necesidad de realizar mediciones sobre asuntos familiares, que se espera se comporten de la misma manera, independiente de los contextos y las singularidades de cada caso. Destaca en este sentido, que la familia, como categoría unitaria, se convierte en un factor relevante para comprender el desarrollo infantil, permitiendo establecer cánones de normalidad-anormalidad.
El contexto familiar es leído como un espacio preferente de observación del comportamiento infantil, donde prima el estudio de interacciones madre/padre-hijo, que se orientan bajo el principio de la autoridad adulta, que corresponde a una visión tradicional de la familia. Sin embargo, en algunos casos, sobre todo, en artículos que no provienen de la psicología (como en el caso de la antropología, la educación o el trabajo social), la visión del/la niño/a tiende a incorporar elementos culturales que complejizan y dinamizan la noción y debilitan el polo universalista exento de contexto. La siguiente cita es un ejemplo de ello:
Como se ha señalado, hay una diferencia de género entre los usos que hacen los niños y que al parecer se replica en algunas prácticas de los adultos y el uso de la tecnología, ya que el cuidado del acceso y uso de tecnología recae principalmente en las madres. Es posible apreciar que el saber usar la tecnología abre un espacio de poder y autonomía que antes no existía al interior de la familia (Carrasco et al., 2017; trabajo social).
En este mismo sentido, una dimensión relevante en el análisis de la producción revisada se relaciona con el foco de la interacción madre-hijo, en tanto escena privilegiada para conocer cómo la madre estimula o responde a las necesidades de su hijo y, por lo tanto, establecer si nos encontramos ante un desarrollo normal o patológico. Ya se ha problematizado cómo la construcción de la díada madre-hijo refuerza la idealización de la maternidad al tomar la forma de una pasión ilimitada de la madre hacia el hijo y como una relación hermética, mediata, fusionada y de completa unidad (Calquín-Donoso & Yáñez-Urbina, 2020), sin espacios para diferencias, ambivalencias o discordias, aspectos constitutivos de cualquier vínculo.
Desde el punto de vista del sexo, este es un asunto particularmente relevante, pues las madres, a través de sus prácticas de crianza, son observadas para luego ser evaluadas y juzgadas, instalando conocimientos sobre la manera “correcta” de ser madre, de cuidar a un/a niño/a y de valorar actitudes y conductas (Ehrenreich & English, 2010). Dichos lineamientos se han ido edificando sobre la base de argumentos científicos de diversa índole, algunos de los cuales se asentaron sobre ciertas “verdades” que se usaron durante décadas para disciplinar el comportamiento materno ( Briolotti, 2017 ; Palacios, 2003). Un asunto interesante es que se trata de construcciones discursivas que, en el campo de las ciencias sociales, coinciden en atribuir a las madres las causas de los problemas de la salud mental y física de los hijos, en tanto se construyen criterios normativos sobre la maternidad que hacen recaer la responsabilidad del bienestar del hijo sobre la mujer (Ehrenreich & English, 2010) y dan recetas para el comportamiento maternal, que refuerzan la heteronorma y la familia tradicional como patrón de normalidad a resguardar (Lamas, 2001), excluyendo como posibilidad otras experiencias de maternidad que forman parte de la heterogeneidad que se produce en la relación de las mujeres y sus distintos contextos de vida ( Espinosa, 2009 ; Lugones, 2008 ).
Este aspecto es clave, especialmente en la psicología del desarrollo, donde las madres suelen constituir un objeto de estudio para comprender el psiquismo infantil (Burman, 1998). Una de las características más determinantes de este asunto, es que la construcción de desarrollo infantil que se muestra en estos estudios aparece desvinculada del contexto y analizada con parámetros universales. En algunos de los artículos revisados, se constata que existirían ciertos patrones de apego y sensibilidad materna que explicarían un desarrollo normal en niños/as pequeños/as, lo que ha sido largamente cuestionado por diversas autoras desde el feminismo desde hace décadas (Badinter, 1991; Chodorow, 1984; Tubert, 1991). En esta categoría, el énfasis está puesto en la rigurosidad de la medición, es decir, en alcanzar un dato preciso y, por tanto, verdadero. Más que comprender la subjetividad del niño, la atención se focaliza en la capacidad materna para responder a las demandas del/a hijo/a, donde el cuerpo del niño se construye como un libro y la madre, como una suerte de hermeneuta, obligada a interpretar correctamente a su hijo/a (Calquín-Donoso & Yáñez-Urbina, 2020), reduciendo las posibilidades de entender los cuidados infantiles como una tarea social y colectiva, de reproducción de sujetos más plenos ( Carrasco, 2009 ; Palomar, 2004 ).
De esta forma, las mediciones se dirigen y focalizan, exclusivamente, en la madre, tal y como lo indica la siguiente cita:
En cuanto a los principales instrumentos, se encuentra inicialmente la Escala de Sensibilidad Materna de Ainsworth y colaboradores (1978). Ésta consiste en 4 escalas de 1 a 9 puntos que evalúan las siguientes dimensiones: sensibilidad – insensibilidad a las señales del bebé, aceptación – rechazo, cooperación – interferencia y accesibilidad – ignorancia. A cada una de éstas se asigna un puntaje dependiendo de descripción se ajusta la conducta observada de la madre (Santelices et al., 2012; psicología).
Otra preocupación que se destaca es que se construye un conocimiento que establece lo correcto para la niñez como un parámetro universal transcultural, que tiende a instalar como ideal al niño proveniente de países europeos del llamado primer mundo y que tienden a posicionar a los niños (sobre todo a los más pequeños) como pasivos, dependientes y maleables (Burman, 1998), aislándolos de los contextos locales que les otorgan significados y condiciones particulares a los modos en que los niños se desarrollan, impidiendo la emergencia de modelos no tradicionales y alternativos que posibiliten múltiples miradas sobre los modos de comprender a la niñez y, por tanto, el ejercicio de los cuidados infantiles y la maternidad.
Esto es central en los estudios de los/as niños/as provenientes de los pueblos originarios, que constituyen una población regularmente estudiada por las ciencias sociales chilenas y especialmente por la antropología. Llama la atención que las mediciones aplicadas arrojan desajustes en los resultados, en tanto se trata de niños que no responden al canon esperado, quedando asociada, muchas veces, la condición étnica a la presencia de problemas psicológicos, reproduciendo estigmas y fortaleciendo el racismo en la ciencia:
[los] niños y adolescentes pertenecientes a esta etnia [aymará], además de presentar un menor rendimiento académico, muestran a menudo una percepción de sí mismos con una apariencia personal negativa, lo que, en términos psicológicos, podría estar relacionado con procesos de alienación y discriminación (Caqueo-Urízar, De Munter, Urzúa, & Saiz, 2014; antropología).
El niño como sujeto de derechos. En esta categoría se concentran discursos provenientes, principalmente, del ámbito jurídico, la psicología, el trabajo social y la sociología. Destaca la distinta profundidad en que este principio se desarrolla en la producción científica, existiendo discursos más enunciativos y otros con un fuerte énfasis y planteamiento ético y político.
En el discurso jurídico destaca, por un lado, la necesidad de comprender al niño como sujeto, lo que produce efectos en distintos niveles, pero especialmente, cuando este toma contacto con el sistema judicial, donde muchas veces no se respetan ni resguardan sus derechos, sometiendo a los niños a procedimientos que los instrumentalizan y los posicionan como objeto de protección. Hay autores que se detienen en lo difícil que resulta enfrentar un cambio de paradigma, asumiendo que algunos de los principios, como el interés superior del niño, no son fácilmente traducibles en prácticas concretas:
En primer lugar, deberá tenerse en particular consideración la opinión y los sentimientos expresados por el hijo, teniendo en cuenta su edad y su capacidad de discernimiento... no es tarea fácil averiguar cuáles son los verdaderos deseos de un niño, niña o adolescente y una vez conocidos estos sopesar la importancia que debe otorgárseles . . . Lo que sí es claro es que la ley reconoce como una de las más relevantes manifestaciones del principio del interés superior del menor, el deber del Juez de oír a los hijos, que se concreta con el derecho de audiencia de los mismos (Ravetllat Ballesté & Pinochet Olave, 2015; derecho).
Por otro lado, es relevante destacar que, en algunos artículos, la noción de sujeto está estrechamente vinculada al derecho a la participación, que corresponde a uno de los aspectos que ha permeado con más fuerza en el discurso jurídico luego de la firma de la CDN y donde es posible identificar prácticas concretas que podrían vincularse, de manera más específica, al impacto que tuvo la creación de Tribunales de Familia el año 2004:
Así, el derecho a la defensa de un niño no se satisface sólo con el hecho de oír al niño una o más veces y consultarle sobre ciertas alternativas predefinidas, sino que exige que el niño pueda participar activamente en la construcción del caso. Esta idea nos reconduce a la noción del derecho a ser oído como un derecho de participación y, como tal, como un proceso con permanencia en el tiempo, que conlleva intercambio de información y diálogo con el niño para y sobre la toma de decisiones (Vargas Pavez & Correa Camus, 2011; derecho).
Las ciencias sociales, por su parte, enfatizan la idea de la niñez como construcción sociohistórica, la que requiere de una mirada compleja sobre cómo comprender la actoría de los/as niños/as en contextos particulares y en momentos específicos, lo que instala un desafío en los modos de investigar, avanzando en algunos casos en la incorporación de niños y niñas a los procesos de producción de conocimiento:
NNA quieren reconocimiento como individuos con opiniones y sentimientos, pudiendo contribuir a moldear decisiones de su día a día; su participación les permite desarrollar un sentido de pertenencia, ganar nuevas habilidades y experiencias y construir un sentido de agencia propia. Esto se traslada al bienestar y al desarrollo positivo de la identidad individual, su competencia y su sentido de responsabilidad (Saracostti, Caro, Grau, Kinkead, & Vatter, 2015; trabajo social).
Otro artículo también enfatiza cómo la infancia requiere de una mirada situada que incorpore múltiples ámbitos y niveles en su comprensión:
Es un error pensar que la infancia comparte las mismas características en independencia del lugar geográfico, social o histórico en que se sitúe, y también es equivocado pensar que es posible estudiar a la infancia con independencia de factores como género, clase social y etnicidad (Peña Ochoa, 2010; psicología)
En una dimensión más aplicada, y como un claro contrapunto de lo contenido en la categoría anterior (el niño como universal), existen ejemplos concretos que ilustran qué significa comprender a los niños como sujetos y de qué modo reconocer su agencia, en tanto miembros de una trama social, que los obliga a hacerse parte de los esfuerzos cotidianos que las familias enfrentan en el actual contexto neoliberal. En ese escenario, los/as niños/as entienden que sus padres fallan y que el ejercicio de la paternidad/maternidad es parte de un trabajo de cuidado, tal y como lo han entendido las autoras feministas en el último tiempo ( Carrasco, 2009 ; Lagarde, 2004 ).
Los niños, por otra parte, no solo visibilizaron el esfuerzo implicado en el desempeño de los padres, sino que lo mostraron, propiamente, como un trabajo, es decir, como una actividad que implica desgaste y cansancio, que forma parte de una cadena de acciones y consecuencias, que debe imponerse ante los obstáculos y que requiere, para ser sostenido, de ciertas condiciones de tiempo y espacio (Vergara, Sepúlveda, & Chávez, 2018; psicología).
La noción del niño como sujeto de derecho es fundamental para consolidar el tránsito de la perspectiva tutelar hacia el enfoque de derechos, permitiendo que los distintos campos de saber desplieguen esfuerzos interesantes para su aplicabilidad. Ese tránsito es parte de la reflexión que algunas autoras desarrollan cuando estudian a la niñez que se encuentra bajo cuidados alternativos. En la cita destacan que, a pesar de existir avances, aún quedan asuntos pendientes para incorporar las necesidades de los niños en los modos en que se diseñan e implementan los programas:
Mientras que la visión de los niños como sujetos de derechos se ha incorporado como base teórica, no siempre se implementa en la realidad, por lo tanto, aunque la visión de los niños y adolescentes está comenzando a ser considerada en la evaluación de los programas, queda mucho por hacer. Es necesario evaluar las acciones de los programas y la calidad de la atención, para considerar la mejor manera de responder a las necesidades y resguardar los derechos de los niños en cuidados alternativos (García & Hamilton-Giachritsis, 2014; psicología).
También aparecen aplicaciones interesantes desde el campo de la historia, permitiendo visualizar a los/as niños/as como actores sociales y políticos en plena dictadura militar. A continuación, se presenta una cita de los resultados de una investigación, donde se usaron objetos y producciones infantiles para estudiar los recuerdos de infancia:
Esa proximidad psicológica con la situación, permitió que los(as) niños(as) desarrollaran sus propios actos políticos instigados muchas veces por sus madres o por los propios prisioneros y relegados, desarrollando conductas que suponían como esperadas (mejorar el rendimiento en la escuela o portarse bien en la casa) con la esperanza de que ello ayudara a traer de vuelta a casa de sus padres. Estas acciones fueron cuidadosamente registradas y reportadas a los distintos involucrados. Estos actos se pueden entender como tácticas infantiles, pues se organizan en torno a fantasías de protagonismo en la solución del conflicto… (Castillo-Gallardo, Peña, Rojas Becker, & Briones, 2018; historia/psicología).
Y, por último, en este mismo marco, la comprensión del niño como sujeto, ha permitido una aproximación interesante a problemas más contemporáneos como la adopción, donde se ha levantado una fuerte crítica ante la idea de que los/as niños/as adoptados son pasivos, vulnerables y que carecen de agencia. En uno de los artículos revisados, las autoras señalan que muchas de las medidas que se implementan en los procesos de adopción, reproducen imaginarios del déficit:
Esto conlleva el riesgo de invisibilizar desde un primer momento las fortalezas y capacidades de estas solicitantes para el cuidado y atención de este perfil de niños y, al mismo tiempo, desconocer la agencia que los niños tienen para crear activamente sus familias y sobreponerse a condiciones y experiencias difíciles de sus historias de vida (Salvo & Jociles, 2019; sociología).
Como vemos, la noción de sujeto/objeto presente en los artículos analizados evidencia diversos posicionamientos que van desde ideas y posturas más cercanas al paradigma tutelar, donde el niño es objeto de control y protección, sin reconocer sus necesidades, subjetividad y deseos, mientras que, en el otro polo, también se identifican perspectivas que forman parte del enfoque de derechos humanos, donde el niño es considerado un sujeto con agencia y capacidad para decidir sobre los asuntos que le afectan.
Implicancias para la intervención
Una categoría predefinida que también constituyó un eje del análisis trató sobre las implicancias para la intervención, que corresponde a la relación que cada investigación establece (o no) con la política pública, en términos de explicitar la utilidad social del conocimiento producido. Es interesante, desde este punto de vista, asumir que los modos en que construimos las preguntas y el saber académico tienen un impacto político, pues en sí mismas son políticas que administran conocimiento. Importa, sobre todo, interrogar qué preguntas se formulan, cuáles se omiten y dónde se sitúan en específico ( Llobet, 2019 ).
Lo que observamos en esta categoría se vincula con aplicaciones respecto de qué hacer con la niñez en tanto campo de intervención, donde converge una diversidad de posibilidades de acción, que incluyen lo correctivo, lo reparatorio, lo preventivo, lo promocional, entre otros.
Uno de los tópicos más reiterados en la selección revisada es la necesidad de identificar los factores de riesgo en la infancia temprana, incluso para la intervención con lactantes (Farkas, 2007; Santelices et al., 2012; Vargas, Morales, Zamorano, Olhaberry, & Farkas, 2016), volviéndose clave para asegurar un desarrollo normal, lo que claramente se relaciona con la idea de niño como caso, que vimos previamente.
Otro aspecto que se destaca, relacionado con el ámbito educativo y que se constituye en un foco recurrente para la intervención social en infancia, sobre todo, en contextos donde existen condiciones de pobreza, es el abordaje de problemas como: autoestima (Gorostegui & Dörr, 2005), suicidio juvenil (Haquin, Larraguibel, & Cabezas, 2004) y trastorno de déficit atencional (Rothhammer et al., 2005). También se advierte una clara tendencia hacia el desarrollo de lo que se conoce como intervenciones basadas en la evidencia, donde el ámbito científico-académico provee de insumos para tomar decisiones que permiten diseñar y ejecutar programas.
Como lo anticipamos, el trabajo en el campo de la niñez guarda relación directa con la dimensión familiar, que funciona como marco ineludible para proponer vías de mejoramiento para la vida de los/as niños/as. Existen estudios que orientan sus recomendaciones al trabajo con familias desde los más diversos horizontes, comprendiendo programas preventivos reparatorios, promocionales, y que se posicionan críticamente ante la oferta existente (Alarcón, Castro, Astudillo, & Nahuelcheo, 2018; Fresno & Spencer, 2011; Gómez & Haz, 2008; Gómez, Muñoz, & Santelices, 2008).
También se observan lineamientos para la intervención social que promueven actoría de parte de los niños, insistiendo en la idea de que poseen conocimientos y que, por tanto, su participación es clave para la generación de acciones respetuosas de sus necesidades (Figueroa, 2015; Figueroa Grenett, 2018; García Quiroga & Hamilton-Giachritsis, 2014; Lay-Lisboa & Montañés, 2018; Miranda, Cortez, & Vera, 2017; Pavez, 2013; Peña Ochoa, 2010; Peña-Ochoa, Bonhomme, 2018; Ramírez-Casas del Valle & Alfaro-Inzunza, 2018; Rendon, 2010; Salvo & Jociles, 2019; Saracostti, Caro, Grau, Kinkead, & Vatter, 2015; Vergara, Chávez, & Enrique, 2010; Vergara, Sepúlveda, & Salvo, 2019).
Las aplicaciones concretas de los conocimientos producidos varían y se muestran en toda su heterogeneidad. Así como hay artículos que no presentan ninguna aplicación operativa en sus planteamientos, hay otro conjunto de documentos que destacan por contar con sugerencias muy operativas para ámbitos de quehacer profesional muy específicos como la psicología clínica o la escuela, y dentro de estos campos, las aplicaciones varían desde posiciones tradicionales y conservadoras hasta experiencias novedosas que posicionan al niño como sujeto y le ofrecen condiciones para potenciar su actoría y protagonismo.
Metodologías
Con relación a las metodologías empleadas, prevalecen las cualitativas por sobre las cuantitativas. En el caso de las primeras, se constata un fuerte énfasis en el uso de entrevistas, siendo la técnica más usada por los/as investigadores/as. Sin embargo, se opta por la entrevista a personas adultas sobre la entrevista a niños/as (Contreras, Rojas, & Contreras, 2015; Gallegos, Jarpa, & Opazo, 2018; Gómez & Haz, 2008; Schöngut-Grollmus, 2017; Williamson, Pérez, Collia, Modesto, & Raín, 2012), que de todos modos, se reconoce como un estándar de calidad relevante para la investigación en este campo. Para el caso de la investigación con niños/as, las metodologías empleadas requieren de ajustes que las vuelvan pertinentes a las necesidades y capacidades de estos, posibilitando que los niños/as sean concebidos como sujetos activos. Allí destacan la etnografía, el uso de fotografías, dibujos y de dispositivos de escucha, juego y cuentos (Castillo-Gallardo et al., 2018; Lay-Lisboa & Montañés, 2018; Luna, 2015; Méndez & Rojas, 2015; Miranda, Cortez, & Vera, 2017; Pavez, 2013; Peña Ochoa, 2010, 2016; Peña-Ochoa & Bonhomme, 2018; Redon Pantoja, 2010; Vergara, Chávez, & Vergara, 2010).
Para el caso de los estudios cuantitativos, se reconoce un fuerte énfasis en la medición a partir del uso de escalas que buscan operacionalizar y medir aspectos psicosociales implicados en el surgimiento de problemas que afectan a la niñez, sobre todo, en contextos educacionales (Alfaro et al., 2016; Álvarez, Briceño, Álvarez, Abufhele, & Delgado, 2018; Caqueo-Urízar, De Munter, Urzúa, & Saiz, 2014; Casas et al., 2015; Gorostegui & Dörr, 2005; Haquin, Larraguibel, & Cabezas, 2004; Quintana & Muñoz, 2010; Santelices et al., 2012; Urzúa, Caqueo-Urízar, Albornoz, & Jara, 2013;).
El uso de metodologías es diverso y estas se pueden agrupar en cualitativas, con un importante uso de la entrevista como técnica de producción de información, y de metodologías cuantitativas, donde predomina la aplicación de escalas en muestras grandes de NNA.
Discusión y conclusiones
Las nociones analizadas dan cuenta de las distintas imágenes que son construidas social y disciplinariamente sobre los/as niños/as en parte de la producción científica chilena, que ilustran cómo se los ve e imagina, aunque siempre en referencia a un mundo que los contiene y habilita (o no). De este modo, determinados discursos sobre la infancia cumplen una función regulatoria (Burman, 1998), tanto a nivel público como privado, y componen el escenario en que transcurre lo social en toda su complejidad. La infancia es, claramente, un campo en disputa (Bustelo, 2007; James & James, 2004), donde se despliegan pugnas y tensiones conceptuales, éticas y, sobre todo, políticas.
La visión que se construye en la producción científica revisada es amplia y heterogénea, y en ella coexisten nociones que se organizan en distintas direcciones. Si bien, hacia la última década, han emergido con mayor frecuencia investigaciones que visualizan a los/as niños/as como sujetos, siguen aún vigentes estudios que ubican al niño como un objeto compuesto de datos, registros, mediciones y variables que lo dibujan desde parámetros científicos universales, donde son clasificados y se determina la presencia de riesgos que es necesario medir y controlar (Burman, 1998; Bustelo, 2012 ). Allí la presencia de la psicología se vuelve predominante, a pesar de que existe un cierto consenso respecto de que esta disciplina no constituyó el saber fundacional de los dispositivos de intervención sobre la niñez subalternizada, sí tuvo una participación destacada en desarrollos más contemporáneos, donde junto al saber pediátrico, colaboró en la consolidación de dispositivos que permitieron comprender la naturaleza infantil y sus necesidades ( Briolotti, 2017 ; Llobet, 2014 ).
Es interesante profundizar que la psicología y los denominados saberes psi cumplen una función relevante para modelar comportamientos infantiles y maternales, permitiendo la consolidación de conocimiento experto con claras aplicaciones clínicas. Hay quienes han referido a una neuropsicologización de la infancia que viene a estructurar y perfeccionar la matriz simbólica desde la cual las políticas neoliberales privatizan, despolitizan e individualizan los riesgos que se identifican en NNA. El manejo del riesgo se desplaza desde una empresa colectiva a una estrategia individual y familiar, recodificando la definición y el tratamiento de los problemas llamados psicosociales, que obligan a los individuos a responder de manera oportuna y eficiente a los riesgos que van enfrentando (Calquín-Donoso et al, 2020), y que ubican a las madres como principales responsables del bienestar futuro de sus hijos/as. La familiarización e individualización van quitando espacio a las explicaciones y aplicaciones sociocomunitarias que remiten a asuntos contextuales que, muchas veces, se encuentran en la base de los problemas sociales que afectan a la infancia, quedando ocultos e invisibles ante explicaciones científicas que cuentan con gran legitimidad ( Llobet, 2014 ), y que colaboran en la profundización del individualismo y la competitividad, pilares ético-políticos del proyecto neoliberal ( Castillo, 2015 ).
Por su parte, es relevante destacar que cuando se investiga a los/as niños/as, un escenario frecuente se relaciona con la noción de vulnerabilidad, que instala una especie de urgencia, respecto a la necesidad de investigar, preferentemente, a niños/as de sectores pobres, lo que deriva en una construcción de una agenda técnica y política que privilegia qué niños requieren ser prioritariamente estudiados e intervenidos ( Márquez, 2010 ). Así lo demuestran las investigaciones que se desarrollan en contextos educativos (escuelas y jardines), y en torno a nociones de apego y sensibilidad materna. Lo que vemos es que progresivamente, se van autorizando modos específicos de comprender un problema y de sugerir formas concretas de abordarlo (de preferencia a través de intervenciones clínico-individuales), consolidando un campo autorizado de saber que da origen a programas y políticas en la materia (Calquín-Donoso et al., 2020 ) y que caracterizamos a través de la categoría denominada “implicancias para la intervención”.
Así como importa referir a lo que se dice, también es importante destacar la ausencia, aquello que se omite, o que aparece debilitado en los discursos revisados ( Lemos de Souza, 2018). Llama la atención la escasa presencia de la diferencia expresada en asuntos vinculados a la discapacidad o a la diversidad sexo-genérica como fuente de interés para el desarrollo de investigaciones en ciencias sociales. Solo vemos dos publicaciones, ambas en el ámbito del derecho, referidas al análisis de un proyecto de ley sobre identidad de género (Espejo & Lathrop, 2015) y al derecho de NNA trans (Ravetllat, 2018). En ninguna de esas investigaciones existe un vínculo directo con los NNA pertenecientes a estos grupos (se trata de análisis de documentación legal). Para el caso de las ciencias sociales, la única diferencia aludida se relaciona con el sexo, visto únicamente desde parámetros heteronormados. En toda la muestra solo existe una investigación sobre discapacidad, referida a la adopción monoparental de NNA con necesidades especiales (Salvo & Jociles, 2019), lo que nos habla de la concepción normativa, estable y unitaria de cuerpo infantil ( Lemos de Souza, Ferreira Da Silva, Rosin Botan, & Souza Fialho, 2021).
En cuanto a los límites de este análisis, cabe señalar que se trata de un estudio acotado que presenta solo una parte de la construcción de conocimiento científico en niñez desarrollado en Chile, que será complementado, en las fases posteriores de esta investigación, a través de entrevistas a expertos. Asimismo, el marco dado por la investigación doctoral que contiene este ejercicio de análisis documental instala un sesgo para la búsqueda de información que se produce al momento de seleccionar las palabras clave, pues el interés está puesto en la niñez intervenida por el Estado y, por tanto, lo que arroja la búsqueda está permeado por ese interés particular. Eso podría explicar la mayor presencia de categorías como la de niño como caso, en desmedro de otro tipo de nociones de niñez.
Ver Anexo ( parte 1 , parte 2 , parte 3 , parte 4 , parte 5 ).
Resumen:
Introducción
La niñez como campo de conocimiento
Método
Resultados
Noción de sujeto/objeto
Implicancias para la intervención
Metodologías
Discusión y conclusiones